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miércoles, 27 de enero de 2016

Elogio de la incoherencia. Reedición del artículo de FM publicado en La Opinión de Murcia el 16 de Marzo de 2015

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2015/03/16/elogio-incoherencia/633154.html
  Elogio de la incoherencia 
                                                                    
                                                               FULGENCIO MARTÍNEZ


 El eurodiputado Pablo Iglesias votó en contra de la condena al régimen de Maduro porque, a lo mejor, si Pablo Iglesias nos gobierna un día, España le vende armas a la dictadura bolivariana: de esta forma retorcida, acusó al Gobierno de Rajoy de estar vendiéndole armamento a Venezuela; a la vez que soltó una confesión de sus intenciones filiales con Maduro en el caso de llegar Podemos a gobernar. 

Si reparamos en la primera idea de este doble lenguaje, puesto que le parece mal que el Gobierno del PP comercie con un régimen nefasto, sería lógico que Pablo Iglesias condenase el régimen de Maduro; esa utilización del mal que hace otro no es razón coherente para abstenerse de denunciar el mal. Y si nos fijamos en la segunda idea, por cierto nada subliminal, sino evidente: lo de dejar caer que si llegase a gobernar suministraría armas al régimen de Maduro, muestra la verdadera razón para no condenarlo, de una forma, ahora sí, coherente. A continuación, en sus manifestaciones a la prensa para explicar su voto negativo a la resolución condenatoria sobre la violación de los derechos humanos en el actual régimen de Venezuela, Pablo Iglesias dice algo del papa Francisco, cuyo mensaje al parecer le sirve para no defender los derechos humanos. Solo le faltaría arrimar la palabra de otro famoso humanista cristiano: Fidel Castro. Vamos asistiendo, en estos interesantes tiempos, al montaje de la Iglesia de Pablo. Los fieles a Pablo Iglesias celebrarán quizá el día de marras en que su líder se abstuvo en el Parlamento Europeo de votar una resolución contra el régimen tiránico de Maduro. Lo celebrarán como la epifanía del desprecio a los derechos humanos universales y el adiós a la razón y a la coherencia. Todo eso es ya paganismo: democracia, libertades, historia moderna, lucha social, burguesía, casta, sindicatos de clase, obreros con cultura de ateneo republicano. 

Además de Pablo Iglesias se han cubierto de gloria Bildu y el señor Javier Couso, por Izquierda Plural, el hermano del reportero gráfico José Couso, asesinado por fuego americano en Irak. Como diría Bertolt Brecht, vivimos tiempos en que hay que defender lo obvio, como es recordar que los derechos humanos son humanos y universales, imprescriptibles, inalienables, históricos, y quien los violenta en un ser humano lo hace en todos los seres humanos y en mí. 

Cualquier violación de un derecho humano atenta contra todos ellos, en cualquier país o nación. No tiene sentido defender los derechos en un solo país si no se defienden en cualquier parte del mundo. 

No es creíble, de pronto, la lucha sincera de muchos defensores de los derechos humanos en España y en Europa si miran para otro lado cuando se trata de dictaduras amigas o regímenes de dudosa condición democrática. No sólo no es creíble sino que empieza a parecer una farsa, un embuste, y en los dirigentes de Podemos y de Izquierda Plural, un sarcasmo hacia los que han luchado por los derechos democráticos. En una cuestión tan alta como es la defensa de los derechos universales tampoco es válido el cálculo político o partidista que justifica a veces no actuar o no decir lo que es justo decir para evitar la coincidencia con el adversario político. 

A Javier Couso supongo que no le gusta coincidir con el PP o con los Estados Unidos en la condena del incumplimiento de los derechos humanos en Venezuela y en Cuba. Pero la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, dijo Antonio Machado.

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