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viernes, 30 de septiembre de 2016

NOTA. FIN DE PERIPLO DEL BLOG

ESTE BLOG, iniciado en 2012, culmina a la fecha de hoy 30 de septiembre de 2016 su periplo.

Os agradecemos a todos los lectores y colaboradores vuestro seguimiento.

Aforismos acedianos. Bordes de arena. Por Fulgencio Martínez

CANCIONERO Y RIMAS BURLESCAS | FULGENCIO MARTINEZ LOPEZ | Casa del Libro
 

 AFORISMOS POR ANDRÉS ACEDO

                 Bordes de arena, libro incluido en "Cancionero y rimas burlescas", de Fulgencio Martínez (Ed. Renacimiento, Sevilla)

El orden del mundo actual, sinceramente, no existe. Es una fábula que ya ha sucedido.

Ninguna de las personas que se llaman hoy políticos resistiría la prueba del autoexilio que se impuso Arístides, a exigencias de la honestidad, al escribir su nombre en la ostraca por petición de un ciudadano iletrado, quien, por otra parte, ignoraba que aquel justo era Arístides.

Los vaticinios se parecen cada vez más a los resultados. Dominan hoy los augures, no la libertad de voto.

Cada día mi trabajo se acerca con una careta más feroz, me comerá, tal vez. Enseña a niños y llegarás a tener miedo.

El futuro de una generación que comienza a vivir lo deciden en sus banquetes. Esa política les da buenas digestiones.

Hay, sobre todo, un coro sumiso, y un ladrón que hace el pino en la calle. ¿De qué país hablas? Oigo al coro interrogarme.

La hora pasada se deja coger de nuevo, la oportunidad perdida vuelve a presentarse, lo que superó su fecha de caducidad se puede comer. A la argucia del ministro acudamos solo a última hora, o extra límite. Mientras tanto, seamos sensatos y moderadamente optimistas.

Buscaros un refugio contra los lobos. Están ahí fuera.

Ya no hay casas con paredes maestras. Ven televisión también los muros.


Quien quiera guardar su intimidad debe saber abstenerse trescientos sesenta y cinco días.

Los inventores de nuestra compañía, a veces nos deberían dejar solos, por probar si así sabemos volver sin sus receptores.

Meten hipotecas difusas al pensar, propagan el refinamiento y lo achatan todo.

Permanece de pie, aunque el cuello no dé para mucho más.

Nueve de cada diez de las verdades en las que creemos, no tienen suerte. La única, descreída, sale verdadera.

Mentirijillas que eran unas pocas monedas en la hucha. Valían más, cuando éramos niños, las cosas.

Más que a un loco anónimo, teme a un pirado que esté al timón.
Desconfía de los que quieren mandar a todos. Suelen ser autocandidatos a enriquecerse ellos.

Mienten porque, de lo contrario, despertarían. También la naturaleza los ha creado, como fantasmas.

A bandadas ocupan los ascensores.

Son comensales y príncipes de las mareas.


Senadores, comprados; comerciantes, que cambian por moneda falsa la buena.

Mientras los escuchaba, me curé de un sabañón con la risa.

Este Sócrates hortelano.

Cambio la escritura por la agricultura.

¿Sueñan los políticos con mayorías absolutas". Diario político y literario de Fulgencio Martínez/ Nueva serie/2



 http://www.lacronicadelpajarito.es/domingo/suenan-politicos-con-mayorias-absolutas

Artículo publicado en LA CRÓNICA DEL PAJARITO. DOMINGO. 2-10-2016

¿SUEÑAN LOS POLÍTICOS CON MAYORÍAS ABSOLUTAS?


Rick Deckard ha tenido un éxito relativo en el cine, como personaje principal de Blade Runner. Pero su más real y ambigua vida se encuentra en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, en la que se inspiró la película de Ridley Scott.

Rick, en la novela, es oficialmente un expoli y cazador de recompensas, encargado de la misión de “retirar” a los esclavos rebeldes, los androides, que respondiendo a un pulso humano han decidido regresar a la Tierra; después de que la humanidad, o ex humanidad, tras un invierno nuclear, hubiera emigrado del planeta para seguir su estúpida vida en otro lugar del sistema.  Uno se acuerda -empatizando con esa nostalgia de los androides- del “sentido de la tierra”, que profetizó Nietzsche para el Superhombre, en su Así habló Zarathustra.

Dick deja en la ambigüedad el hecho de que Rick sea también un androide. Los androides no son robots, sino seres orgánicos, producidos con materiales genéticos humanos e ingeniería industrial. Su vida media es de cuatro años, porque sus células tienen poco poder de regeneración. Pero, como reconoce Rick: “La mayoría de los androides que he conocido tenían más deseo de vivir que mi esposa”.

Ese personaje había conseguido pasar el test de Voigt-Kampff, pero Dick, su mismo autor y alter ego, pone en duda la fiabilidad de dicho test, considerado la prueba científica oficial para distinguir entre androides y humanos. Tan parecidos eran en casi todo…, salvo en que los primeros carecían de empatía. Claro que la humanidad tampoco sentía ninguna emoción hacia los “andrillos”, como despectivamente les llamaba a sus sirvientes orgánicos.

Rick llega a tener empatía con los androides, aunque se la prohíbe a sí mismo, porque ese sentimiento es negativo para su misión.

La misión de Deckard -sabemos- es cazarlos y retirarlos. Pero la pregunta que surge es: ¿por qué?; ¿La destrucción de los andrillos evadidos a la degenerada Tierra, qué interés tiene para una civilización hipertecnológica, dominada por la realidad virtual y el “kippel” (un sentimiento de acumulación inútil de trastos), y que ha sustituido a los animales reales por iconos eléctricos?

La respuesta -creemos- está en la sospecha de que los androides no sueñan con ovejas eléctricas sino con mayorías absolutas. Exactamente igual que los políticos españoles.

Después de la victoria de Feijóo en Galicia, el fenómeno fue visto por primera vez en la cara de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Observe usted, lector, estos días a cualquier político español: aunque su vida media no pasa de cuatro años, le podrá notar un brillo en los ojos, huella visible de un soñar despierto en mayorías absolutas.

¿Los políticos androides responden aún a una verdad humana? Las cosas son complejas:

La kippelización del poder político, esa entropía que favorece la dispersión, fragmentación e inutilidad de la regla de las mayorías democráticas, es un fenómeno no previsto en el neocatecismo del “empoderamiento”. Quizá el futuro de la democracia está en algún diseño de Platón, o en reverdecer el pulso de los androides soñadores con mayorías, ya no absolutas, pero sí respetables y conforme a regla.

Por otro lado, están entre nosotros los que se afanan destruyendo para que no haya mayorías, ni absolutas ni significativas de la pluralidad; los que aspiran a conseguir el poder total; otros soñadores, a su manera- regresados al sovietismo. Estos encontrarán a algún nuevo cazador de recompensas, para retirar a los soñadores rivales, los androides de la vieja política.

En la novela, Rick es consciente de la ambigüedad de su misión: “Este ensayo terminará, la representación también, los cantantes morirán y finalmente la última partitura de la música será destruida de un modo u otro, el nombre de Mozart se desvanecerá y el polvo habrá vencido, si no es en este planeta en otro cualquiera. Sólo podemos escapar por un rato. Y los andrillos pueden escapar de mí, y sobrevivir un rato más. Pero los alcanzaré o lo hará otro cazador de recompensas. En cierto modo -observó-, yo soy parte del proceso de destrucción entrópica. La Rossen Association crea y yo destruyo. O al menos, eso debe parecerles a los androides”. (Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?)


Fulgencio Martínez

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Homenaje a Lisboa. "Turista en la metrópolis". Poema de "El año de la lentitud" de Fulgencio Martínez

                                           

                              HOMENAJE A LISBOA

                                 al gran poeta español, barcelonés y lisboeta JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO


TURISTA EN LA METRÓPOLIS

                   también a nosotros, poetas del pueblo,
                   nos gusta mezclarnos con lo vivo, con el gentío amistoso;
                   felices, amigos de todos, abiertos a cada uno.

                                                     F. Hölderlin


                1

Primero de Mayo en Lisboa.
Al salir de mi hotel barato
sigo una carrera popular.
Saludo con el puño en alto
el tirón fresco del día, su ritmo
de color me llena las manos
de azul nuevo del mar. 

                                     Ulises
me acompaña, y Camoens. Y tanto
colorido en la calle
no es solo para mis ojos.
                                          Señalo
—convidados a avanzar con la gente—,
a mi hija de siete años,

el corredor que luce en el dorsal
su número de primaveras. Vamos
contentos adonde quiera el destino.
En un mercadillo compramos
una barra de pan y nos invitan
a marisco. Tocan unos gitanos
en su guitarra canciones de España
para nosotros. En un bar del Chiado
(era antes del último incendio)
dos viejos nos recomiendan un plato;
comemos por unos escudos. Poco
cuesta ser feliz y les invitamos
a vino y sardinas. Nos creen turistas
y somos sus camaradas y hermanos.




                      2

         (Veinte años después)
                                                  1 de Mayo, 2012


Este hombre sin historia
que viaja frente a mí en el tranvía,
de pie, con los brazos dolidos
de sujetar una barra cada vez más alta,
para asegurarse el equilibrio,
por un momento se mete las manos
en los bolsillos de la gabardina,
descansa de su incómoda postura.


La calle del presente se ha parado
en un punto sin sombra: duele ver
entre las hojas de los calendarios
la fecha de hoy; una fecha inmóvil,
tan ausente de compañía
de millones de islas de tiempo
pasado o futuro. 

                           Y una fecha así
es la letra del año.


Esta fecha es una calzada lenta
que graba con su no transcurso
(pese a que nos desplacemos deprisa
por ella, encima de ella, a su costado)
una dura verdad en nuestro rostro.

La Historia no solo la escriben,
la secuencian, detienen, aceleran,
la disuelven los poderosos.
Debajo, siempre ha estado el otro,
el pobre, el explotado, la víctima.


Este hombre sin historia,
que viaja frente a mí en el tranvía,
¿sabe de dónde viene, adónde va?

Despacio va el tranvía por las calles
en cuesta.
                    De pie, mira
al suelo un hombre gris,
aplastado por la ola de viajeros.


El tranvía
                    en las calles estrechas
baja, sube como el brazo de ese hombre
sin espacio donde extenderse libre
de la presión de rieles,
cables, hombros, espaldas y cabezas.


Sube, baja el tranvía,
y toma ya, al trote,
el barrio bajo céntrico y se pierde
en las grandes avenidas urbanas.


De pie, mira hacia el suelo el hombre 
en las avenidas metropolitanas.
¿No aprecia usted las vistas
de hermosos edificios
de Hoteles y Corporaciones
y Bancos nacionales?
 

Ahora se apea y sigue
caminando la acera el hombre
que se parece a Fernando Pessoa.



Fulgencio Martínez
Poemas de El año de la lentitud (Ed. Huerga y Fierro, Madrid)

martes, 27 de septiembre de 2016

Homenaje a Luis Alberto de Cuenca. Recordando el número 27 de la revista Ágora-Papeles de Arte Gramático. Biblioteca Cervantes virtual



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El poeta Luis Alberto de Cuenca. Foto de José Antonio Rojo.





En la página de la Biblioteca Cervantes Virtual podéis consultar y leer este número de la revista Ágora-Papeles de Arte Gramático  dedicado al poeta Luis Alberto de Cuenca. Núm 27. Abril 2012.

http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmctx459 


Ágora: papeles de arte gramático. Núm. 27, Boletín  12, abril 2012 | Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
















Para consultar otros números de Ágora, en su primera etapa, podéis ver la página:

 http://www.cervantesvirtual.com/obra/agora-papeles-de-arte-gramatico-6/

domingo, 25 de septiembre de 2016

viernes, 23 de septiembre de 2016

Rubén Darío. Del símbolo a la realidad. Edición conmemorativa. Centenario de Rubén Darío. Poema "Caracol"/ Nuestros maestros/ Ágora-Papeles de Arte Gramático



                                                CARACOL

           
                                                                                         A Antonio Machado




En la playa he encontrado un caracol de oro
macizo y recamado de las perlas más finas;
Europa le ha tocado con sus manos divinas
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro.


He llevado a mis labios el caracol sonoro
y he suscitado el eco de las dianas marinas,
le acerqué a mis oídos y las azules minas
me han contado en voz baja su secreto tesoro.


Así la sal me llega de los vientos amargos
que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos
cuando amaron los astros el sueño de Jasón;


y oigo un rumor de olas y un incógnito acento
y un profundo oleaje y un misterioso viento...
(El caracol la forma tiene de un corazón).

                                             Rubén Darío 

(Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas. En la Edición conmemorativa "Rubén Darío. Del símbolo a la realidad. Obra selecta, p. 145)






En 2016, para conmemorar el centenario de la muerte del poeta (en León, de Nicaragua, el año 1916), la asociación de Academias de la Lengua Española, ha publicado una edición conmemorativa de la obra del genial renovador panhispánico. El volumen-antología lleva el título: "Rubén Darío. Del símbolo a la realidad".

Se han escogido tres libros, dos en verso: Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza, junto con un tercero, en prosa: Tierras solares, un poco conocido y maravilloso texto de apuntes de viaje y recreaciones poéticas de las ciudades que visitó y amó el poeta: Granada, Sevilla, Málaga, Barcelona, Madrid, Venecia, Florencia, Berlín, Budapest, etc.  

El libro incluye estudios sobre el poeta nicaragüense, entre los que destacamos los ensayos de Sergio Ramírez y de Pere Gimferrer.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

"OTOÑO", RELATO DE VENANCIO IGLESIAS MARTÍN

VENANCIO IGLESIAS. FUENTE: http://villaviciosahermosa.com/noticias-de-villaviciosa

“Otoño” - Venancio Iglesias Martín 

Catedrático de literatura, escritor y vecino de Villaviciosa 

 

Un cambio de luz en los visillos, una brisa que mueve la hierba, un escalofrío en las ramas secas del tilo y la palmera, un arrumaco más cariñoso del gato tuerto y una voz secreta que dice:

—El hurón del otoño está haciendo su covacha en la esquina del jardín, quiero decir, en tu alma. En tu alma, amigo lector, porque en la mía hace tiempo que encontró nido.
¿Te das cuenta? Hace unos años contabas por primaveras y ahora el otoño te llena los ojos de bronce y se diluyen los sueños como el caramelo dorado que una niña arrojó junto al canalón que desagua en la acera.
Pero no hagas demasiada cuenta. Cuento, cuentas, y cuenta son mecanismos para localizarnos en algún punto de la eclíptica, en esta vertiginosa fuga del pedrusco-girasol en que vivimos.

No hay un otoño cada año sino que los colores de la fronda han aparecido en tu alma; quiero decir que el otoño es cosa también de dentro y no sólo de fuera y puede durar una vida.

Una joven maltratada por la polio se ha sentado dos mesas más allá en la cafetería donde escribo. Al sentirse observada me ha sonreído de forma primaveral.

Un hombre maduro de buen porte, se sienta en la mesa de al lado y susurra un ¡Ay! que sólo yo percibo. El otoño se ha instalado en su vida pero piensa que su ay, se debe a cierto anquilosamiento lumbar sin importancia. ¡Ojalá!

¿Se acaba el verano? No. El verano se queda fijo atrás en esa línea que marca el vuelo de la tierra. Un nuevo tramo del viaje. Sólo que tú eres consciente de que ese tramo se ha quedado también fijo en tu alma porque las estaciones no son meros tramos en la carrera ciega del planeta fascinado por la estrella, sino tramos de tu vida que se quedan fijos mientras pasas.

¿Te has divertido en las vacaciones? Muy bien. Es irrelevante, pero muy bien.

El amigo Vicente ha escrito en una ventana de su café: «piensa que has venido a ser feliz». Es una buena recomendación que te invita al esfuerzo. Muy bien, Vicente. Pero si hay esfuerzo hay trabajo y no felicidad; es decir que cuando piensas en ser feliz, asoma un pero. Sí, a ser feliz, ¡¡¡pero!!! no olvides la maldición genética, quiero decir, del Génesis.

Eso también te lo dice el otoño. ¿Has sido feliz en la playa? De acuerdo «pero no olvides que el dorado de las hojas es preludio de su caída». ¡Y no pasa nada, no pasa nada! —como diría Mota.

La muchacha poliomelítica se levanta trabajosamente, paga su café, me regala su sonrisa primaveral de nuevo de nuevo y se va renqueando por la acera de luz. Al poco, el hombre maduro se levanta de la mesa de al lado, no sonríe, paga su triste café solo, y en la cafetería, llena de ruido, se instala el otoño de nuevo: —¡Ay!

Hay, hay, claro que sí, un cierto pesimismo difuso en lo que digo. Pero no brota de lo que digo sino de la realidad con que la gente lo siente.

Porque yo, lo que quiero decirte es lo siguiente y dejarme de rodeos y mandangas: —Como la tierra se acerca a ese tramo equinocial que llamamos otoño, tienes la oportunidad de vivir toda la belleza del largo atardecer. Rodeado de oro como el rey Midas del mito, contempla en la paleta de la estación todos los colores de la vida que recogió cuidadosamente y los presenta ante tus ojos como el tesoro inmenso de un cofre pirata.

Pasea, aspira profundamente, baila desnuda si quieres ante el decorado de pan de oro que te trae el día, el aire, la nube, el soto. Métete en los vericuetos de la niebla matinal. Vete a la orilla del río…

Los ríos leoneses se ponen el fastuoso vestido de la nostalgia que rueda, ríe y llora en suaves murmurios de fado hacia la mar portuguesa. Vete pues, a los sotos del Porma, del Esla, del Torío o del Curueño y pasea junto al agua, aprende la parte sagrada del fluir amablemente hacia la mar que resuena lejos, aprende también el canto del otoño en el temblor de la chopera y tararéalo con la brisa. Aprovecha, porque un día, alguien, al recitar los versos de Lorca recitará tu vida y la mía que se acaban en algún punto prefijado de la eclíptica: «El otoño vendrá con caracolas, / uva de niebla y montes agrupados, / pero ya nadie querrá mirar tus ojos/ porque te has muerto para siempre. / Porque te has muerto para siempre / como todos los muertos de la tierra /como todos los muertos que se olvidan /en un montón de perros apagados».

Y si esto te parece triste, leonesina, ponte la rebeca y silba o suspira o mándame a paseo, pero esto que te digo tiene toda la alegría del pasar y toda la sabiduría gloriosa del quedarse en la estación de oro. Ah, si yo pudiera… Si yo pudiera, te haría un collar con cuatro atardeceres otoñales del puente de San Marcos y seis mundos, seis esferas de azabache de Villaviciosa.




 FUENTE ORIGINAL DEL RELATO: 

http://villaviciosahermosa.com/noticias-de-villaviciosa/entrevistas/otono-venancio-iglesias-martin-catedratico-de-literatura-escritor-y-vecino-de-villaviciosa


 

VENANCIO IGLESIAS MARTÍN

(Olleros de Sabero, León)

FUENTE: 



Realizó sus estudios de Filología Española en la Universidad Complutense de Madrid. Fue discípulo de Dámaso Alonso, Rafael Lapesa, Eugenio Bustos. Obtuvo la cátedra de Lengua y Literatura Españolas en el año 69 y desde entonces ejerció como profesor en diversos centros de Enseñanzas Medias. Asesor técnico en la Embajada de España en Marruecos (Consejería de Educación). Profesor en la Universidad de Rabat, (Departamento de Lengua). Profesor asociado en la ESSI. École Superieure de Sciences de l’Information. Rabat. Profesor en la Escuela Superior del Profesorado de Rabat. Participó en el diseño curricular del Español Segundo Idioma en el Ministerio de Enseñanza Marroquí.



Obra literaria:


Ganador del 2º premio, dos veces consecutivas, “Antonio Machado” de narraciones breves .Ganador de 2º premio narraciones breves de Tarifa. Primer Premio Elena Soriano de narraciones cortas de Suances. Primer Premio Cuento de Invierno Ciudad de Ponferrada. Primer Premio Ciudad de Coria Diputación de Cáceres. Ponente del Festival del Cuento (Congreso) de Agadir y en el Okad-Poesie de Ouxda.

Ha publicado libros de relatos cortos: Esperando a Susana, Sombras en el camino, Cuentos, Moquito, El león del Atlas. En la editorial  LOBO SAPIENS ha publicado también las novelas La Soledad de Alvarito Somoza y LA CARCOMA.(2016)