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sábado, 29 de agosto de 2015

El duelo necesario. Recensión de Anna Rossell del poemario L' essència del nus (La esencia del nudo), de Salvador Riera



 Resultado de imagen de Salvador Riera  L’essència del nus (La esencia del nudo)

                                             EL DUELO NECESARIO



Salvador Riera
L’essència del nus (La esencia del nudo)

Quorum Libros, 2014, 79 pp.




Obligado por la enfermedad de parkinson a retirarse del ejercicio de su profesión de ingeniero, Salvador Riera, nacido en Terrassa en 1959 y radicado en Mataró, dedica desde el año 2010 una buena parte de su energía a sus pasiones: la poesía y la fotografía. Y nos regala una amplia muestra de ambas en este primer poemario en catalán, publicado en noviembre de 2014. L’essència del nus (La esencia del nudo) nos muestra la trayectoria de un alma duramente golpeada y dolorida por la insólita noticia de un diagnóstico inesperado y lacerante, que poco a poco se reencuentra a sí misma en la vida, renacida con renovada sensibilidad para afrontar su nueva realidad y abrirse con más fuerza al sufrimiento de otros, a la ternura y al amor.

Así abren este poemario poemas sobrecogedores donde se manifiesta la herida abierta y sangrante de quien se rebela encarnizadamente contra el huésped insólito, que deviene inclemente secuestrador de vida, de sueños y esperanzas. El sujeto poético, ahora rehén, se resiste denodadamente contra el mal que ha tomado posesión de él y lo ha secuestrado: "Y tú, / en medio de nadie, / codicioso de un cuerpo desnudo, / henchido de impotencia. / / Y tú, sí Tú, ¿por qué me has secuestrado? "(Rehén). La idea del secuestro como metáfora del mal se extiende más allá de la enfermedad personal para denominar la malignidad en general y se hace patente en los títulos de la primera parte del poemario a través de diversas variantes del campo semántico del secuestro: Propietario, Hurto, Ladrón, Expolio, que se transmutan a continuación en las variaciones de sus consecuencias sobre aquél que lo sufre: Dolor, Culpa, Dependencia. 

Y, casi de inmediato, la voz poética traspasa el umbral de la propia piel para hacer extensivo el daño y el dolor a todo el cuerpo social, manifestando sensible empatía hacia el sufrimiento de la gente sencilla, sometida al poderoso sin escrúpulos, capaz de chuparle al humilde hasta la última gota de sangre en beneficio propio. El poema Propietario presenta el cuadro sintomatológico de la economía neoliberal y de sus estragos en tiempos de crisis, que, sin mencionar su nombre, tiene en Grecia el ejemplo de su actualidad más flagrante: "Soy banquero y te chupo la sangre, / para mí eres poco más que un cuerpo extraño / que acabaré vomitando / cuando me importune.// Y no quiero sólo tu dinero.// Debes saber / que soy yo / quien te ha permitido ser quien eres, // y cada vez / te exigiré... // ... aún más...". O bien cuando hace inventario de las manifestaciones diversas del poder corrupto, de sus sicarios y de su insaciable apetito: "La oligarquía / dibuja ríos de heces. / Buitres infectos.// Avaros afanes / encauzan la riqueza. / Chapucería.// Farsa inmunda / de omnipresente delirio. / Fausto boato" (Apoteosis). Una actuación perversa, que, en alianza con las nuevas tecnologías y el cebo seductor de una publicidad veneradora de lo material y vendedora de espejismos, el poeta califica de Cirrosis, por la capacidad destructiva que tiene del tejido social: "Tétricos dominios / de empresas mundiales. / Oligopolios.// Éxitos efímeros / donde pululan promesas. / Oscuro ciberespacio". Y encontramos la fusión del mal personal y el social en muchos de los poemas que siguen, que analizan sus plurales manifestaciones: "Cuando el mal es perverso aguijonea alevoso, / saquea los corazones, envenena las almas, / desalienta la cordura, desprecia las palabras, / desmenuza los sentidos, degüella la alegría.// Cuando el mal es cercano [...] // Cuando el mal es sutil, [...] // Cuando el mal es injusto [...]". Pero la voz poética termina con un gesto de resistencia y deja entrever la chispa de esperanza que se irá fortaleciendo, para convertirse en lucha declarada en un combate que apunta a la victoria a medida que va avanzando el poemario, pues concluye: "Cuando el mal es infinito, sólo le gana la vida” (Hurto). O alienta al otro a superar el sufrimiento y a transformarlo positivamente: "No bebas la sangre.// Bebe lágrimas de cielo / de este pozo gélido, / [...]" (Dolor).

Vislumbramos señales de transición desde la dolorida existencia del comienzo a la entrega a la confianza y a la ternura de una sensibilidad afilada y espoleada por el desorden en algunos poemas que siguen: "Enfrascados en un mundo de constantes olvidos, / como aquellos cangrejos perdidos en el infinito, / caminamos ora hacia atrás, ora hacia adelante, / sorteando escollos y arrecifes surgidos / de la nada.// Nada es más grande que el diminuto gesto / del instante donde no somos más que nada.// Nada es más sencillo que el beso de la nada" (Sencillez). O bien cuando la voz poética reconoce abiertamente que ha comenzado un proceso hacia un estado más sosegado y sereno, que ve luz más allá de la aflicción: "[...] // en afanosa busca del nexo de unión / entre el alma y el sentimiento / de luto.// Un lugar donde se cobija el verso, / el poema, el tiempo codiciado / del ser.// Donde la palabra siega el hilo / las penosas muletas del ayer, / [ ...] "(Cordura). Los títulos de los poemas a continuación lo demuestran claramente: Claridad: "Camino de luz de alma herida. / Desnuda libertad de infiernos malditos", Lucha: "Fatigadas las manos de tanto temblor. / El corazón, Sol naciente de lóbregas serpientes", Esperanza: El destino está más allá / y debemos tener la esperanza / de conquistar el mañana, // donde todo ya no sea oscuro", Deseo: "Se vislumbra luz al fondo de la hondonada, [.. .]", donde se nos muestra el poder redentor de la palabra, de la poesía: "Arduo muro de mudas palabras, / alzado en silencio, / hoy por fin derribado / por un recio martillo / de palabras escritas "(Martillo de palabras).

En la última parte del poemario la voz poética parece haber logrado el equilibrio reencontrando la armonía perdida; se complace en la observación de la naturaleza en clave erótica: "Anhelante pino adolescente / alzado al alba, / fina corteza, tronco soberbio, / apuntan apenas sus brotes.// Húmedo césped, ardiente savia, [...] // Manantial de luz de sol naciente, / [...] "(Bosque virgen). El léxico se ha transfigurado para vestirse de positividad: "Lágrima de luz, claridad tenue / plateado destello, frágil viruta / de vírgenes cuerpos. [...]"(Lágrima de luz), y se aproxima al amor: "Y me acerco a ti, / no me atrevo a turbar tu sueño, / la cara delicada, / los ojos perlados, / las manos sedosas, / los húmedos labios / anhelando un beso, / el beso que vengo a besarte, / en silencio"(Besos de silencio), o bien este otro, en el que leemos el verso que da título a todo el poemario y establece su núcleo: "Nos queda lo más puro, / la esencia del nudo, / aquello que te arraiga a mí / y aquello que me arraiga a ti, // algo tan sencillo / como decirte que te amo" (Amor sencillo). Y se deja cautivar por la dulzura a la que lo impele el plácido recuerdo de un anciano, que, jugando con la homofonía de las palabras catalanas vell, vellesa (viejo, vejez) / bell, bellesa (bello, belleza), le sugiere belleza: "Sabia serenidad, rostro abatido, / cara surcada por los pliegues del adiós, / obstinación de un cuerpo que no se deja abatir, / manos de senectud marchitas.//[...]// Sufre heroico los quebrantos de la vejez, / era muy vital, ahora no puede./ El abuelo se ha hecho mayor. Tiene el corazón lleno de belleza" (Belleza).

Uno de los poemas de esta última parte impresiona especialmente por la fuerza del sentimiento que sabe transmitir con la genial sencillez de la mejor poesía: "Si me ves y ves que yo no veo, / mírame.// Si me ves y ves que yo no oigo, / háblame // Si me ves y ves que tartamudeo, / escúchame.//[...]// Y por encima de todo, / no dejes nunca de amarme (Si me ves).

Estilísticamente el poemario, de un léxico riquísimo, es un híbrido de varios registros, a caballo entre el poema rimado clásico y la modernidad del verso blanco y el verso libre. Escribe el prólogo el poeta Eduard Miró Saladrigas. La mayor parte de los poemas van precedidos por citas de poetas catalanes y acompañados, en buena comunión, de fotografías del propio Salvador Riera.

                                                                   
                                        Anna Rossell


REVISTA ÁGORA DIGITAL/ bibliotheca grammatica/crítica de Anna Rossell/ Agosto 2015

martes, 25 de agosto de 2015

Cancionero y rimas burlescas. Reseña de Rubén Castillo



 CANCIONERO Y RIMAS BURLESCAS


                                                               Por   RUBÉN CASTILLO
                                                de su blog: Librario íntimo- enlace a la reseña
http://rubencastillo.blogspot.com.es/2014/10/cancionero-y-rimas-burlescas.html


Cancionero y rimas burlescas
Fulgencio Martínez
Ed. Renacimiento, Sevilla, 2014

 Del vigor poético de Fulgencio Martínez (Murcia, 1960) no creo que quepan dudas razonables, habida cuenta del número de sus publicaciones recientes. En 2009 publicó León busca gacela; en 2010 hizo lo propio con El cuerpo del día; en 2012 nos entregó Prueba de sabor; en 2013 le tocó el turno a El año de la lentitud; y en 2014, este delicioso, profundo y a veces gamberro Cancionero y rimas burlescas. El ritmo de publicaciones es tan anonadante como envidiable. Ya desde uno de los poemas iniciales del volumen (“Un furtivo deseo”), el autor ya nos deja una muestra del tono irónico y demoledor que imprimirá a algunas de las composiciones que contiene: “Prescindiré de mis expectativas, / me bajaré los humos, iré a clases de yoga: / o me haré católico, amoral, imbécil, poeta lírico; /o (y no es lo último ni más abyecto que estoy dispuesto a hacer) / me leeré un libro de Prada creyendo que es buena literatura” (p.17). Pero que no se entienda que este tipo de pullas las reserva para el mundillo literario. Véase también el modo en que carga de dinamita las “Letrillas de la crisis completas”, un bravo poema de larga extensión dedicado a indicar los aspectos más negativos del antiguo rey Juan Carlos I. Se inicia con dos versos incendiarios (“¿Quién va de Corona a Corina / y no pierde su Majestad?”) y contiene estrofas tan incisivas como ésta: “Está España hecha unos zorros, / (es literal), de zorros llena. / ¿Quién no ve la patria deshecha / y la Hacienda en camisón? / -El Borbón”. Las burlas se extenderán también a políticos (Luis Bárcenas, Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal) y, en general, a la situación que vive España. Un ejemplo transparente de esto lo podemos detectar en el poema “Noche de Hispania”, un duro repaso a la actualidad de un país sin cultura, en el que la envidia y la mezquindad campean; en el que los jóvenes tienen que irse fuera para lavar “en las cocinas de Europa” (sic); en el que los políticos prefieren no dedicar su tiempo a la tarea de mejorar las cosas; en el que domina la más atroz oscuridad... “Aquí nace sin padre / cada generación”, lamenta el poeta en la página 95. Pero que no solamente espere amarguras o exabruptos quien abra las hojas de este magnífico libro: también encontrará un precioso romance escrito en homenaje a su madre (“Mujer de espaldas, y niño de frente”); celebraciones del viejo tópico del carpe diem, centradas en la degustación del vino, un licor que ha cruzado la cultura occidental para teñir de gozo a sus frecuentadores (“La brevedad de la vida”); un homenaje a esas muchachas que, morenas y hermosísimas, vuelven de la playa a la ciudad y perturban la visión de quienes se van cruzando con ellas, explosión de hermosura (“Septiembre y el síndrome de Stendhal”); y, como cierre del tomo, una colección de 150 aforismos, que se mueven entre lo lírico, lo humorístico y lo filosófico. Este Cancionero y rimas burlescas es, simplemente, un libro inteligente para degustar con calma. No se lo pierdan.


AGORA DIGITAL AGOSTO 2015/Bibliotheca Grammatica

jueves, 20 de agosto de 2015

LA CIULEANDRA, ANTEPASADO LEJANO DE LA DRAGAICA. Por Ion Bratu. Ilustraciones y texto de Ion Bratu. (Precedido de una aproximación a la novela "Chuleandra: la Danza del amor y la muerte", de Livu Rebreanu, recientemente traducida y publicada en español)



Recomendamos la reciente publicación en España (por la editorial Xorqui) de Chuleandra:  la Danza del amor y la muerte, de Liviu Rebreanu, en traducción del rumano al español a cargo de Joaquín Garrigós. El relato de este libro nos acerca a uno de los mitos solares más antiguos del subconsciente europeo, que ha supervivido a través de la leyenda, el arte y la literatura rumanas.

Ofrecemos, por gentileza de su autor, Ion Bratu, un artículo publicado sobre el mito de la Chuleandra, que nos introduce en las alusiones y el trasfondo épico-mítico de la novela de Rebreanu (próximamente, daremos una reseña de esta obra literaria sorprendente en la narrativa europea).

Junto a la reproducción del artículo de Ion Bratu, pintor a la par que escritor y estudioso, se presentan varias ilustraciones que reproducen cuadros de Bratu, sobre la Chuleandra ritual y floral, respectivamente. Todo nuestro agradecimiento al pintor y articulista rumano, así como al traductor, Joaquín Garrigós.


La ciuleandra, antepasado lejano de la drăgaica[1]

Ion Bratu*


La ciuleandra es, naturalmente, un reto para todos los que, desde diferentes posiciones teóricas, tratan de desentrañar el significado de ese mito. En pro de la hipótesis de que la ciuleandra es un antepasado lejano de la drăgaica, invocamos los siguientes argumentos:


Desde el punto de vista antropológico, el rumano es un producto de las generaciones precedentes y futuras en las cuales el tipo humano central es el indoeuropeo. En nuestra opinión, la expresión más convincente de ello es la estatuilla del Pensador de Hamangia, quien, junto a su consorte, contempla con serenidad y confianza el futuro. El tipo indoeuropeo goza de múltiples habilidades para la caza y la pesca, así como para la agricultura, la artesanía y el comercio.

En el plano espiritual, a semejanza de otras comunidades, desarrolló un sistema de supersticiones, creencias, usanzas y tradiciones relacionadas con el culto al sol. A tenor de este corpus consuetudinario, se desarrolla una mitología solar cada vez más compleja. En lo que atañe al culto al sol, Romulus Vulcănescu afirma: Por los relatos de los escritores antiguos, griegos y latinos, sobre los dacios y daco-romanos, así como por los descubrimientos arqueológicos rumanos, resulta que dicho culto al sol tuvo su origen en el territorio de la Dacia prehistórica antes de la etnogénesis dacia y, una vez producida esta, se desarrolló entre los dacios, luego entre los daco-romanos y se conservó con los protorrumanos. Por influencia de las migraciones indoeuropeas, el culto al sol se enriqueció y matizó gracias a las distintas espiritualidades de prerrumanos, protorrumanos y rumanos. El pueblo rumano atribuye al sol significaciones cósmicas, terrestres y mundanas.

Uno de los ritos más complejos y significativos del culto solar es la horă[2]. G. D. Teodorescu decía que para nosotros la horă representa el factor permanente de la cultura rumana en el proceso imparable de la evolución, desde la prehistoria hasta hoy. Nicolae Iorga sitúa el origen de la horă en la danza llamada por los griegos kolabrismos. Esta danza está extendida por todo el espacio del Este y Sur de Europa: el koro búlgaro, la kolesca serbia, el morovod ruso, la colomeica polaca, la choreia griega, la horă rumana y la valla albanesa. El kolabrismos era un rito complejo con un fuerte contenido lúdico, musical y mágico que formaba parte del culto al sol entre los tracios. Era la forma en que la comunidad tracia adoraba al sol en los solsticios y equinoccios.

En esta amplia perspectiva espacio-temporal, situamos nosotros el mito de la ciuleandra. He elevado la ciuleandra al rango de mito, porque su dimensión y significación reverberan en todos los planos y direcciones de la cultura, desde los ritos mágico-mitológicos hasta la filosofía popular. Al igual que la horă, la ciuleandra se inscribe en la serie de ritos dedicados al sol, en su fase del solsticio, fenómeno cósmico que da lugar al ritual de las danzas călusari y sânziene (Drăgaica), rituales que no por casualidad coinciden en el santoral ortodoxo con festividades importantes: Pentecostés y el nacimiento de San Juan Bautista, respectivamente. Se sabe que el solsticio de verano (21-22 de junio) marca un periodo de apogeo, en todos sus aspectos, de la naturaleza, inclusive de la humana. En el marco de esta vigorización natural destaca el espectáculo de la eclosión floral de los cardos, como homenaje diríase que al astro del día, que armoniza con la vitalidad de la mujer, personificada en la aparición hierática de la ciuleandra extasiada ante los misterios de la naturaleza y de las primeras sacudidas del amor, lo que se concreta en el ritual y danza iniciática de un ritmo progresivamente acelerado, único en su género y propio del sur de nuestro país, en especial de la región de Muntenia, donde Liviu Rebreanu la situó en su novela Ciuleandra. Conviene recordar que, además de Rebreanu, otros artistas de categoría se inspiraron en este mito, como la cantante folclórica Maria Tănase o, ya más próximos a nuestros días, algunos directores de cine que llevaron a la pantalla la novela de Rebreanu. Reconozco que el mito de la ciuleandra me apasionó y me absorbió hasta el punto de consagrarle tres ciclos temáticos de pintura: la ciuleandra floral, la ciuleandra ritual y la ciuleandra simbólica, al igual que un ciclo de poemas.


Decíamos al principio que el mito de la ciuleandra representa un reto y eso se refiere incluso a su propio nombre. En nuestra opinión, ciuleandra es una palabra compuesta de ciun (proveniente de ciulin, «cardo») y leandră (de landră) que en el habla popular alude a un movimiento desordenado, al buen tuntún y sin ningún sentido. La semejanza entre movimiento desordenado, a la buena de Dios, «según sopla el viento», de los cardos y el de las chicas que experimentan los escalofríos del primer amor en su comunicación con la naturaleza en su fase de máxima eclosión, durante el solsticio de verano, no es forzada porque rituales semejantes encontramos en el caso de sânziene (drăgaica). Creemos que estas últimas representan formas tardías del mito de ciuleandra, pues el nombre de sânziene es de origen tracio-romano y la drăgaica se superpuso a aquel en un periodo más tardío, el de la influencia eslava en el léxico rumano.


En conclusión, el mito de la ciuleandra es uno de los más antiguos dedicados al culto solar y cuya área de expansión corresponde al este y sureste de Europa. La ciuleandra reproduce, de forma explícita, un estado cognitivo y motivacional afectivo específico de las mozas vírgenes, en edad núbil, y tiene desde este punto de vista una fuerte significación iniciática que se manifiesta en forma de rito, de danza y de horă en un ambiente campesino con motivo de la eclosión de la vegetación, en la que destaca la vitalidad desbordante de los cardos, durante el solsticio de verano. Desde el punto de vista etimológico, ciuleandra es una palabra compuesta y compleja a la vez cuya raíz es ciulin. El mito evolucionó con la antropogénesis y el devenir socio-histórico del pueblo rumano. Mediante un fenómeno sucesivo de aculturación sufrió cambios de orden axiológico, semántico y de denominación. Las variantes más conocidas que han llegado hasta nosotros son las de sânziene y drăgaica. En nuestro país, la ciuleandra se conoce principalmente como baile y melodía de un ritmo que se acelera de forma progresiva y que son propios de Muntenia, lo cual no es fruto de la casualidad ya que Muntenia es una región soleada lo que posibilita que se haya podido desarrollar un importante culto al sol y donde la vegetación, dominada por la vitalidad desbordante de los cardos, se amalgama felizmente con la vitalidad y amor a la vida y a la naturaleza de sus gentes.


Si las premisas de que nos hemos valido en este estudio resultan ser correctas, también lo serán entonces las conclusiones a las que hemos llegado, lo cual justifica no solo el esfuerzo, sino también el riesgo asumido. 



(Traducción de Joaquín Garrigós)


*Ion Bratu (Piteşti, Rumania, 1948) es etnógrafo, pintor, ensayista y poeta.


NOTAS

[1] Fiesta popular rumana que tiene lugar el día de San Juan con ocasión de la maduración de la mies. También se conoce como Sânziene en algunas regiones rumanas. Este nombre deriva del latín Sanctae Dianae, cruzado con dies sanctus Iohannis (Alejandro Cioranescu, Diccionario etimológico rumano, La Laguna, 1966) . N. del T.
[2] Danza popular rumana que se ejecuta con los danzantes cogidos de la mano formando un círculo cerrado. (N. del T).






Revista Ágora Digital agosto 2015/Literatura rumana

lunes, 17 de agosto de 2015

Caminante, no hay camino... Recensión de Anna Rossell del poemario "Al recer de les ventades" ("Al abrigo de los vientos"),de Mercè Amat Ballester





CAMINANTE, NO HAY CAMINO...

Mercè Amat Ballester 
Al recer de les ventades (Al abrigo de los vientos)[1] 
Ediciones Xandri, 2015, 63 pp.

                                                                                                          por Anna Rossell


Dividido en tres partes: Deriva, En medio de las pequeñas cosas y Al abrigo de los vientos, este poemario, en catalán, de Mercè Amat Ballester da fe de una vocación que ya se trasluce del recorrido intelectual de la autora. Licenciada en filosofía, ciencias religiosas y poeta, Mercedes Abad compone un poemario intimista, reflexivo e introspectivo, que rezuma espiritualidad en el sentido más amplio de la palabra. Al abrigo de los vientos es un recorrido por las estaciones anímicamente bien diferenciadas de una trayectoria vital, en sus inicios confusa y sin norte, que encuentra gradualmente abrigo En medio de las pequeñas cosas, para llegar a la calma que da una madurez que ha sabido sacar fruto de la maestría de la vida. Amat nos lo anuncia desde el principio: "Se han abierto las ventanas y las puertas de los años./Y, ahora, sé muy bien que ya no me ronda el infortunio", nos dice la presentación del poemario, e inmediatamente, a continuación, como prosiguiendo una frase inacabada, abre la primera parte del libro poniéndonos en antecedentes: "Pero hubo un primer tiempo de Deriva", remarcando en negrita el nombre con el que inicia su travesía poética.

El sujeto poético inicia el ciclo con una mirada retrospectiva desde el momento actual hacia el pasado, haciendo balance de una fase existencial dolorosa de desencanto, que, si bien lacerante aún, parece haberse cerrado. Ya en este primer momento la palabra, el nombre de las cosas -un campo semántico que recorre como un leitmotiv todo el poemario- se nos presenta como el crisol de la (in)consciencia, como espejo del espíritu y esencia de la vida. El logos estructura el pensamiento, pero juega también un papel crucial en la cristalización de la emoción y del sentimiento. Así, este primer poema gira en torno a la palabra y de su poder emocional, sea pronunciada o sólo pensada -no dicha-: "Hubo palabras no pronunciadas. / Se deslizan por el fango de un subsuelo inefable. / Aquellas otras, erráticas, que fueron dichas, / violentan el silencio haciendo un estropicio: / [...]". O bien cuando escribe, dirigiéndose a una segunda persona: "No nos ha hecho falta decir muchas palabras. / Bastó con lo que los rostros expresaban / para saber qué prevalece entre los dos: / lo irreductible de un vínculo imperceptible / que nunca nos deja ser proscritos"(Raíz). Incluso el gesto no verbal, la caricia, deviene logos: "Son tantos los nombres de ayer que fueron dichos / las caricias, [...]" (Cielo caído). Y configura la materia prima del amor o el desamor: "Debería dejarte atrás /[...]/ Dejarte atrás y a distancia, / donde las palabras no te busquen, no te añoren y ni siquiera / sepan llamarte nuevamente"(Grito adentro), o bien: "Tus palabras me deshabitan, / al desfavorecer los celos de unos afectos / que permanecen enredados / a la quimera de un amor que, hoy mismo, / hemos creído recomenzado. / Vapor recluido de unas palabras, / que suben de la tierra bajo olvidos, / [...] "(Devuélveme). 

Cierra este ciclo de desencanto un poema extremo que alcanza el clímax de la deriva, del que sólo se puede salir reafirmado o dejando de existir: "Nada detiene, cuando todo parece desierto, / lo que la piel inscribe espíritu adentro" (Nihilismo), pero la voz poética sabe que sólo el duelo profundo de la pérdida puede redimir de la fatalidad cuando concluye: "Pero resurgimos de entre la debilidad / y las cenizas, donde parece que el desasosiego / se ha aferrado en un continuo estado de alerta /[...]/ cuando se incendian / las ganancias irrevocables de las vidas./ (Nos harán falta ahondadas inmersiones / en la laguna de la ausencia y del dolor / para poder ahuyentar tanta impostura)".
 
Este proceso de duelo se revela como necesario en el camino hacia la madurez, otorga al yo poético una extrema sensibilidad que le permite regocijarse en el gesto sencillo, en el matiz, en "la cata que hacemos de un mundo que desconocemos. / Cosas sencillas que conviven /[...]// La voz, el tacto y la caricia en un paisaje. / Un gesto amable. / El beso preciso. / El despertar de los ojos, la mente inquieta / y una sonrisa asentada en la mirada / [...]”, como dice el primer poema del segundo ciclo. Y a partir del detalle minúsculo el sujeto poético crece, construye a partir de las cenizas, que aún guardan una brizna de positividad, y aprende hasta renacer: "Ponle aún más nombres a las viejas imágenes / y repite para ti tantas palabras / que casi desaprendido, casi" (Aprender).  

Otro de los leitmotivs que transporta el poemario es el campo semántico en torno a la danza, al juego, a veces envuelto en la metáfora del vaivén de las olas, como sugiriendo el movimiento de avance y retroceso que nos lleva por la vida "como el mar que recomienza siempre / y se inclina sobre la arena"(La danza), una lección que nos da la naturaleza, la observación del mar, ya a la tierna edad de la infancia: "[...] / el agua del mar te espera con olas abatidas /[...]/ El chasquido continuo de una espuma fresca / y juguetona que se mezcla / con saltos y risas de una vida confiada "(Niño). O bien cuando ese movimiento es “en nuestro interior, un balanceo que nos vela / y se afana por abrirnos puertas / [...]" (Encuentro). 

La palabra, el nombre, que en el primer ciclo de poemas estremecían el alma angustiada, ahora devienen amables y provechosos: "[...] / Y en las manos, palabras empeñadas en nombrar / otros mundos posibles. /[...]/Miradas despiertas y encendidas, / tras puertas que pueden abrirse./ [...]"(Rambla abajo). O bien: "A punto para la revuelta / que haces contra un mundo que rechazas hace tiempo. / A punto e insatisfecho / para una lucha que nombra con otras palabras / lo que todavía nos interpela / y puede ser vivido sin trastornos / [...]"(Sin extrañarte).

El leitmotiv del vaivén está presente aún en el tercer ciclo, que, con el título que la autora escoge para todo el poemario, da a entender que la voz poética ha llegado a buen puerto en su lucha contra los embates de la travesía. El sujeto poético se presenta ahora como un espíritu inquieto, pero ya no afligido ni angustiado, sino ansioso de saber y de aprender siempre más hasta encontrar el reposo, un reposo que metafóricamente queda recogido en el hogar: "Es agradable la cadencia / de las olas cuando rugen / y espumean al atardecer, / bajo la mirada atenta de una luna / que quiere saber quién es / aquél que, en medio de tinieblas y ruidos, / busca constantemente .//[...]/ Y contra las rocas, gritos / de unas olas que luchan / para encontrar su hogar / [...]", leemos en el primer poema del último ciclo. Y la lenta y persistente caída de la lluvia sugiere a la voz poética la creación de mundos nuevos a partir de la palabra, que ya se ha convertido definitivamente en una herramienta de demiurgo: "[...] / Cae plácidamente; / y, poco a poco, una danza la empuja al movimiento / una danza que del aire con sonidos reverberados /[...]/ el rumor de creación y el continuo nacimiento / de los primeros nombres en una mente / que no descansa y descubre / [ ...] / dando a conocer cuáles son los caracteres / expresados ​​en las palabras, tan expectantes / de una sabiduría que, en nosotros, despunta irrenunciable, / [...]"(Expectación). 

Ya no hay grietas en este último tramo de la vía, que sigue con decisión hacia su objetivo porque "vamos presintiendo cuál es el último camino / que otorga nombre a todo y, al fin, nos libera" (El caminar de la conciencia). Hasta puede llegar a reencontrar la luz y el calor amoroso "Si tus manos se deslizan con deseo todavía / y buscan profundamente los faros; / si inquieto atraviesas las aguas del olvido, / ante quien, en la distancia, / te habla de muy cerca, / verás como el amor nos ha crecido / al abrigo de los vientos" (Canto primaveral). Y el poema, como la propia voz que habla en primera persona, evoluciona y hace camino, sin estancarse nunca, en un recorrido edificante y restaurador. Y, en el poema, las palabras: "El poema nunca se cierra ni se abandona / en el suelo, mudo, inerte y solitario! // [...] // Y así, son también las voces de la palabra: / líneas alargadas reversibles / que pueblan el fondo del alma / y la relatan, irrepetible! "(Voces de poema).  

El poemario se cierra haciendo inventario positivo de lo vivido: "ahora que la mirada no cierra ninguna puerta / a un pasado que volteo las voces con quien razona; / ahora, sobre todo, que el gesto es de medida breve / porque ya nada no es de más, sepas amigo, / que hay propósitos esperándonos en mosaicos nuevos, / hechos de palabras nobles "(Ahora).

Al abrigo de los vientos, el primer poemario de Mercè Amat Ballester, publicado por ediciones Xandri, un nuevo sello editorial nacido en octubre de 2014, se incorpora a las letras catalanas con la fuerza de la buena poesía. Sería recomendable su traducción al español.




                                                                          Anna Rossell


[1] Todos los títulos y las citas son traducción del catalán al español de la autora de la reseña

REVISTA ÁGORA DIGITAL AGOSTO 2015/ bibliotheca grammatica/ crítica de Anna Rossell