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lunes, 16 de junio de 2014

Jueves, cerrada la consulta. Diario político y literario de FM / T2/47



Publicado en La OPINIÓN DE MURCIA. Miçercoles 18 de junio 2014
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2014/06/18/manana-cerrada-consulta/567681.html


JUEVES, CERRADA LA CONSULTA







El jueves 19 de junio se pierde una gran oportunidad para este país de salir de la minoría de edad y de elegir la forma de Estado por sufragio democrático universal. 

El jueves estará cerrada la consulta. Ninguno de los partidos que apoyan al sucesor de  Felipe V quiere oír a sus representados ese día, que será de fiesta nacional, a costa de unos cientos de millones de euros que pagaremos todos a escote. 

Cifraba Kant, a finales del siglo XVIII, la Ilustración (que en cultura es sinónimo de democracia) en el paso de la minoría a la mayoría de edad, tanto en los individuos como en los pueblos. Y bien diagnosticaba el mayor filósofo moderno que, para alcanzarla, había que superar tres obstáculos: el argumento de autoridad, el fanatismo y el autoritarismo. El primer obstáculo afecta a la libertad de pensamiento: frente a la inercia de dar por verdades opiniones basadas en la falacia del argumento de autoridad (“eso es verdad porque lo dice el jefe, o porque lo dice Aristóteles o la Biblia”), la persona adulta se atreve a pensar, y en general está abierta a saber y a confrontar sus ideas con las de los demás (nos pide Kant “sapere aude”: atrévete  a pensar). El segundo obstáculo tiene que ver con la superstición religiosa o atea, históricamente con los prejuicios fanáticos y excluyentes que viven aún en el seno de las religiones, donde la verdad se confunde con el dogma y el sentimiento hostil hacia el heterodoxo o el hereje (hoy día, hacia el indiferente o agnóstico) llega a convertirse en una fatua u orden de persecución. En el orden civil, se traduce en imponer las religiones sus creencias morales al legislador y (como ocurre aún en España), influir en las Leyes del Estado que se promulgan para toda la sociedad, incluidos los que no tienen ningún credo religioso; véase la irracional ley de aborto que ha impulsado el ministro Gallardón, que parte de la base de que todo el país es oficialmente católico y obediente a la moral de los sectores más rancios de la Iglesia. Que un experto en leyes como el ministro español no sepa diferenciar entre Estado e Iglesia, es impensable; solo podemos pensar que es víctima la psique del ministro de un reflejo automático de antimodernidad, por no decir de un errático síntoma de corrupción intelectual. 

El tercer obstáculo es el autoritarismo político, o sea, cualquier forma de tiranía, dictadura o régimen autoritario que sepulta la libertad de sus súbditos y les impide ser ciudadanos. Esa corrupción del poder es el súmmum de la negatividad: no solo impone su propia inquisición, su policía política, sus cárceles, tiene también un sistema “positivo” de buscarse apoyos: como dice Michel Foucault, el poder no solo prohíbe, censura y castra la libertad, usa también la zanahoria para ganarse adeptos. Son los privilegiados los que desde primera hora se ofrecen a ser sayones del caudillo o príncipe autoritario. Pero el poder de éstos tiene una mano más sutil para promocionarse, que no es lo mismo que justificarse racional ni jurídicamente. Esos regímenes imitan los populismos democráticos, desarrollan maneras paternalistas hacia sus súbditos, promueven una pseudocultura de evasión y ensañamiento nacionalista entre la masa “apolítica”, en verdad también víctima de dichos regímenes. Recordemos aquella frase de Franco: “Yo no soy político”; ¡cuántos españoles (y yo me incluyo) hemos no solo despotricado de la política (que es sano hacerlo desde la crítica) sino que nos hemos declarado al margen de la política, apolíticos! Aquí nos creemos ya autónomos, en sentido kantiano, como si fuera posible saltar al postre sin haber comido antes el plato principal. El tercer obstáculo, el mayor enemigo de la libertad del individuo y de los pueblos, es de naturaleza política (es, de hecho, una degeneración de la política, pues ya Platón, en República, denunciaba a la tiranía como la peor forma de gobierno). Sin embargo, solo con la política, participando en ella, se puede superar y aspirar a la autonomía personal y ciudadana. Así pues, la falacia de que “no me interesa la política, luego estoy más allá de sus corrupciones”; o el “solo me interesa lo mío” es un apoyo fáctico al autoritarismo. Aparte de ser insolidario con los que sí reclaman participar, ser consultados democráticamente. 

Es un ejemplo actualísimo de autoritarismo no democrático el que se nos plantea con la sucesión de la monarquía española, no sometida a sufragio universal en su momento, ya que, antes de la Constitución de 1978, quizá, el pueblo español a la sazón aun no estaba maduro para ello. Piensen qué opinión podían tener los españoles de la II República después de 40 años de demonización por el régimen franquista. (Un poco de esa visión negativa que tenía el español medio del único antecedente de su historia democrática, la podemos apreciar en las recientes declaraciones de Esperanza Aguirre, una réplica del No-Do triunfal). Pero, salvas excepciones, hoy es evidentísimo que una generación más informada reclama libertad bien para votar República o Monarquía. La Constitución de 1978  ha cumplido su ciclo. Los propios monárquicos de verdad deberían ser los que más interés tengan en asentar democráticamente al “novísimo” Felipe VI mediante consulta universal al pueblo soberano. Como no es así, la moraleja, que sabrán mejor explicar los futuros historiadores, es que ni PP ni PSOE son monárquicos en su ADN. El PSOE, al menos, lo ha dicho, cínicamente; el PP falta que aún diga la verdad, si es de Franco aunque ahora haya de pasar por defensor del Trono ante el “Apocalipsis”.






FULGENCIO MARTÍNEZ

                                                          PROFESOR DE FILOSOFÍA Y ESCRITOR

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